domingo, 29 de septiembre de 2013

¡Estoy embarazada!

No iba a ser la única persona de este miserable planeta que no tuviera blog, así que me estreno haciendo referencia a mi nueva vida, que ha comenzado antes de que nazca Bruno.

Y es que es un sin fin de sensaciones y vivencias las que una tiene estando embarazada, de todas las formas y colores, y me gustaría relatar mi experiencia hasta donde llego, la semana 23 de gestación.

Pero claro, teniendo siempre en cuenta que soy Geles, y que mi forma, tanto de pensar, como de redactar, no son muy normales.

Empecemos por el principio, claro; el momento en que ves que el test de embarazo es positivo y sales del baño con la cara desencajada y le dices a tu marido, Jesús, que estás embarazada, con los ojos saliéndose de las cuencas y él, con la tranquilidad y sosiego que le define, te dice: "lo sabía" 
A lo que tu piensas: ¡Mira lo listico que nos ha salio el muchacho!

Pero todo es emocionante y hermoso, contarlo a los familiares y amigos, que todos te miren con cara de sorpresa y te feliciten por la aventura tan emocionante que se avecina, aunque algunos confunden términos y te dicen: "la que te ha caído no es chica".

Y todas y todos te dicen: ¡Vamos a celebrarlo! y entonces es cuando se enciende un luminoso y parpadeante cartel en tu cabeza: "GELES, NO PUEDES BEBER"
Primer fallo, que bonito es todo, pero ya me han jodido, con lo que me gustan a mi las cañas fresquitas.
Y cuando ya acostumbras a tu mente a decir "no" al alcohol, llega el momento "no" al tabaco.
Todo el mundo te dice que no fumes, que perjudica a tu hijo y todas esas mierdas que ya conoces de sobra porque: ¡amigas y amigos, yo también tengo internet! y llegas al punto de pensar y decir: "Al próximo que me toque los huevos con el tabaco le quemo un ojo".



Luego vienen los cambios hormonales, que tienen sus más y sus menos, porque está muy bien eso de que te crezcan las tetas, que todos los sujetadores se te queden pequeños y que con casi 30 años vuelvas a sentirte como en la pubertad.

Pero tiene sus menos, como los cambios de humor, (y digo tiene sus menos por decir algo) porque el pobre que está al lado, lo sufre cada día, y si no que se lo digan al que está mencionado mas arriba.
Llegan momentos en los que no te soportas ni tu misma, y decides salir a dar un paseo, que por otro lado es una gilipollez como una casa, porque las hormonas te acompañan allá donde vayas, no se quedan en casa.

También está la hipersensibilidad que tienes, que llega desde que si te rozas los pezones ves las estrellas, hasta llorar por todo lo que ves a tu alrededor.
Y cuando digo llorar, es llorar, porque ya, lo único que me falta es llorar por ver una mierda pisada en el suelo y sentir lástima por ella.

Y entre todas estas cosas está también el ir engordando, que es muy bonita y emotiva la sensación de ir viendo crecer tu barriga día a día, pero ya mola menos cuando ves que tu culo va por el mismo camino.




Y la matrona no para de repetirte que frenes, que si no el bebé engorda y luego hay que parirlo.



"Gracias por recordarme, señora amable y distinguida (por no decirte tía puta), que mi  vagina tiene que abrirse hasta límites insospechados, para traer a un nuevo ser a este mundo y que todavía no me he hecho la idea"


En resumen, que todo es muy bonito y nuevo, y que son muchas sensaciones nuevas que recoger, analizar y después asimilar, pero que también tiene su lado oscuro, como todos los cuentos, aunque creo, que lo negativo, llevándolo con humor se hace más llevadero. 

Y que decir, que es maravilloso sentir a Bruno dentro de mi, moviéndose, diciéndome que está ahí cada día, y soñando con que llegue el día en que nazca y lo pueda tener entre mis brazos.
Y mil cosas más que iré contando poco a poco, en mi nuevo blog (porque soy moderna), como el día que Bruno pueda leer estas letras y sienta vergüenza ajena de su madre.

¡Nos vemos!


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